El micromundo comercial
La ciudad amanece con el colorido permanente. Seguramente, en los escritos de Marco Polo ya se hablaba de esta multiplicidad de colores; el rojo como tono característico y habitual decorado de los templos, taxis rosas, sopas verdes y carteles amarillo chillón con el nombre de las tiendas. Dos tercios de los comercios y los puestos ambulantes están destinados a occidente -productos de belleza, pashminas, todo tipo de decoración con elefantes, marcas importadas, relojes bajo la categoría genérica de buenos y de calidad: “good quality, good Price”-. Centenares de mercadillos de piezas maravillosamente tejidas y figuras decorativas de todos los tamaños y materiales. Abundan las paradas de conseguidas imitaciones: maquillaje MAC, bolsos y carteras Michael Kors, camisetas del Barça, polos Abercrombie, los populares bikinis de neopreno; el paraíso donde muchos de los ricos famosos que se pueden permitir la autenticidad de la marca, se pondrían las manos en la cabeza. Como mercadillos conocidos destacan el de China Town, el bazar de Asiatique, fantásticamente bullicioso y el famoso Chatuchack, uno de los más grandes y vistosos de Tailandia; con más de diez mil puestos y en el se puede comprar desde un destornillador hasta un perro. Es importante saber que aunque sea su negocio el turista es el que pone el precio. Calculadora en mano te preguntan: how much? ¿Cuánto quieres? Lo ideal es negociar a partir de la mitad del precio que te han dicho y de ahí tener labia para reducir unos baths más.
En la calle la actividad bulliciosa está representada por el negocio de compra y venta de los puestos ambulantes. Todo cóctel de diversidades dónde el espectáculo está servido. Una congregación de luz, color y olores no reconocidos inundan las calles. En los viajes a Oriente, uno se acostumbra a los olores incandescentes, a la “horterada” de los comercios y al exceso de amabilidad de sus habitantes. El aire está saturado de una mezcla entre olores gastronómicos y sudoríficos de los turistas. Puestos de frutas con los bichitos incrustados de regalo, pinchitos de salchichas requemadas de tanto esperar en las brasas, cuencos de arroces con todas las salsas y especies que desees y en el mejor de los casos, te venden un pollo –parece ser- asado y reseco. Las calles, el lugar idóneo para oler todos los olores, ver todos los colores y saborear todos los sabores. Lugar dónde se compra y se vende, se come y se bebe, se habla y se traduce, se regatea y se pacta el precio, se cocina y se vende crudo, un sinfín de atrocidades imposibles de imaginar que sean reales, pero que lo son. Otros de los protagonistas que se interponen entre los puestos ambulantes son los gatos y perros famélicos y pulgosos deambulando por las calles buscando cualquier medio para conservar la vida.
En la calle la actividad bulliciosa está representada por el negocio de compra y venta de los puestos ambulantes
Los supermercados, otro micromundo. Un mercado de pollos y carnes en el que los clientes toquetean los filetes y se quedan con el que más les convence. Los paquetes de arroz se venden en 5kg; al lado bandejas precocinadas de arroz, huevo frito y alitas de pollo envasadas con papel film para comer el mismo día. En otra sección se expone el mango y la papaya, igual que pulpo y fish snock seco en bolsitas. Salsas, las que quieras y más; desde salsa de soja Maggi hasta salsa de ostra, picantes, dulces, agrias, amargas, saladas y de todos colores, como complemento principal del arroz. Introducir el aceite de oliva en el mercado asiático fue todo un reto. Álvaro Fernández, responsable del departamento comercial de Borges en Asia, me contó que lo que se tiene que hacer es educar al consumidor final, invertir en marketing y promocionar productos in store, aún así ellos siguen teniendo sus manías. Lo que tiene especial éxito es el coconut oil como potenciador del bronceado. Los preservativos envueltos en cajitas con imágenes de una playa paradisiaca con palmeras. Bolsas XXL de patatas fritas Lays con sabor a sushi. Paquetes de barquitos de galleta que tanto pueden ser de choco, de cream como de una masa verde llamada Green tea flavoured cream. Como representativo de la bollería, hay tostadas preparadas con mantequilla y mermelada blanduchas y envasadas. En la sección de bebidas encontramos el Hong Thong, un típico whisky tailandés. Barcelona también tiene su representatividad: Sangria without alcohol con dibujos de Gaudí en el packaging. Sus ingredientes: spanish red grape juice, uvas y aloevera.
Vamos al apartado de su verdadera obsesión, la estética. Al lado de los batidos dannonei de choco o de Nestlé de fresa, tenemos batidos como: Blink, collagen Drink; Vistra, L-Carnitine; St.Anna, Gluta Complex 800 o Kiss, Collagen 5,000mg. Sobres con pastillas de Vitamina C sabor a piña y a fresa. Sérum, King Cobra Balm, para aliviar el dolor de las articulaciones. Crema facial POND’S, deep whitening; todas las cremas hidratantes y de color tienen un tono blanquecino para aclarar el tono de piel. Champú H&S promocionado por las imágenes de los jugadores del Barça. Los jugadores catalanes también son los protagonistas de los carteles publicitarios de la cerveza nacional Chang. Además, los cosméticos como Axe, no los protagonizan asiáticos atractivos sino occidentales morenos y con ojos claros.
Sin lugar a duda, la ciudad alberga una actividad comercial activa y próspera. En ocasiones la pobreza esta “salvada” por el comercio de la compra y venta. Inevitablemente pensé en el entramado empresarial y comercial que hay detrás de este mundillo. ¿Cómo sería hacerse un hueco en el mercado asiático? Es sabido que su ritmo de trabajo es muy intenso, horas y horas de trabajo y sin apenas vacaciones. Si se quiere triunfar, hay que seguir ese ritmo, o sino la competencia pasará delante. Quién tenga la idea del mejor negocio o invento para el turista, será el triunfador en el mercado asiático tailandés.
El aura budista
Cerca del 95% de la población es budista, aunque existen otras religiones menos comunes como el islam, el cristianismo o el confucionismo. Es sabido que gran parte de las costumbres y las tradiciones de una cultura vienen inducidas por las creencias religiosas, este es el caso. Los tailandeses consideran que los pies es la parte más mal vista y sucia del cuerpo. En cambio, la cabeza es la parte más preciada y sagrada. Es importante conocer que no debemos tocar la cabeza de un buda y entrar siempre descalzos en los templos. Además, es conveniente saber que no debemos pisar una moneda si cae en el suelo porque pisaríamos la cara del rey, nada más y nada menos que… ¡con los pies! No basta con limpiárnoslos, sino que se debe guardar respeto también cubriendo las partes carnales del cuerpo. Se considera no entrar en lugares sagrados con “sexy clothes”. Tanto hombres como mujeres deben ir debidamente tapados con faldas largas, chaquetas de mango ancho y fulares sobre los hombres; no es motivo de machismo sino de respeto a la religión.
Los tailandeses consideran que los pies es la parte más sucia del cuerpo y la cabeza la más preciada y sagrada
Con los correspondientes previos avisos, quería descubrir la tierra dorada, y así fue. La excursión y turisteo matutino se convirtió, inevitablemente, en un peregrinaje a los lugares sagrados del entorno que también protagonizan la silueta de la ciudad con tejados puntiagudos, campanas doradas rematadas con cenefas pulcramente inscritas y torres misteriosas. Des del Golden Mountain se puede ver el skyline de todo Bangkok y como lugar sagrado también se puede apreciar una pequeña representatividad del aura budista.
El templo (pagoda) -el principal lugar de peregrinaje del mundo budista, en tailandés llamado Wat-, es el recinto en el que se ordenan a los monjes. Las figuras más famosas siempre han sido las imágenes en bronce de Budas, codiciadas por su originalidad y representatividad. El resultado, contemplándolo como una obra de arte, es insignificante: un mero ídolo sentado con rostro fantasioso y maquinador, símbolo aferrado a la mayor parte del mundo budista. Intentar fotografiarlo e incluso hacerse una selfie probablemente habría sido sacrílego, pero lo hice. ¡Ya tenía la foto con un buda, ya podía dormir tranquila!
Como templos importantes para considerarlos muestra de representatividad del legado histórico se recomiendan: Wat Phra Keo, el Buda Esmeralda, uno de los santuarios más importantes y bellos del mundo. Se halla en el interior del Palacio Real un recinto que se remonta a la segunda mitad del siglo XVIII. En el interior perfectamente conservados se levantan edificios de épocas y estilos diferentes de más de 200 años de historia. Se distinguen los edificios por sus tejados policromados verdes y anaranjados y por sus brillantes cúpulas doradas. También encontramos el El Wat Pho, con la imagen del Buda Reclinado de 45m de altura bañado en oro y el Wat Arun, el templo que ofrece la mejor vista del amanecer desde el rio Chao Phraya.
En el interior del recinto sagrado la multitud reza individualmente. Durante el ritual, uno, arrodillado, debe reclinarse hacia delante hasta tocar con la frente en el suelo. Los creyentes aportan ofrendas de guirnaldas de diminutas flores blancas y tres velas rojas de incienso. Los monks son los reyes y propietarios de tales lugares santificados. Envueltos en mugrientas túnicas anaranjadas recogen limosnas o donaciones de comida y otras ofrendas que reciben de los locales. En Tailandia el verdadero prestigio y poder económico no lo posee la clase alta sino el monje budista. Según la ley, a éste, le queda prohibido comprar cualquier tipo de elemento de supervivencia, así que debe contentarse con vivir de las ofrendas que recibe de los creyentes. Su única posesión son los templos, aquellas muestras de fantasías, que sin duda habían sido creada y conservada con tierno orgullo de propiedad.